En el año 2006 el Congreso de la Nación aprobó la ley de Educación Sexual Integral (ESI), para ser implementada en todos los establecimientos del país. Sin embargo, 13 años después, la norma sigue envuelta en una polémica sobre su obligatoriedad, contenidos y alcance. En esta nota intentaremos despejar la mayor cantidad de dudas al respecto.
Si bien la ley de Educación Sexual Integral (ESI) se aprobó en en año 2006, el reciente auge del movimiento evangélico auto-denominado “con mis hijos no te metas”, trajo a la primera plana de los debates sociales la aplicación de esta Ley a 13 años de su aprobación.
Bajo la supuesta intención de preservar a niñas, niños y niñes de la “temida ideología de género” muchos padres y madres se movilizaron frente a autoridades escolares y educativas exigiendo la suspensión de esos contenidos, por considerarlos una intromisión en la “educación en valores” que supuestamente cabe a cada familia.
Sin embargo, esto no es así. La implementación de la ESI se da en el marco del derecho que niñas, niños, niñes y adolescentes tienen a recibir educación sexual integral desde una perspectiva de los derechos humanos y la diversidad, todo ello bajo el paraguas de la Convención Internacional de los derechos de la infancia (que cuenta con rango Constitucional) y las leyes de Protección a las infancias tanto en el nivel nacional (26.061) y provincial (12967).
¿Qué significa ésto? Que la aplicación de la ley es obligatoria en todos los establecimientos, de acuerdo a contenidos curriculares definidos por el Consejo Federal de Educación, y tienen el mismo “estatus” que cualquier otro contenido escolar, como por ejemplo matemáticas, lengua y literatura o geografía. Por tanto, ningún padre, madre, tutor o encargado puede negar a un niño, niña o niñe acceder a ellos.
Ahora bien, ¿de dónde viene la oposición tan radical de algunos grupos de padres a la implementación de la ESI? Sin dudas del desconocimiento que hay en grandes porciones de la sociedad, acerca de cuáles son los valores, principios y objetivos de este contenido central para la educación.
Cotidianamente escuchamos versiones, a veces disparatadas, sobre lo que pasa en las escuelas cuando se habla de ESI. Desde que con la ESI se les enseña a masturbarse a les niñes de nivel inicial, hasta la obligatoriedad de “travestirse” que tendrían para “experimentar” con el otro género. También se ha escuchado que la ESI busca “adoctrinar” acerca de las orientaciones sexuales de la diversidad y el aborto o el inicio temprano de las relaciones sexuales. Todo esto es falso.
Lejos de todo esto, la ESI busca promover otros valores. Lo que para algunas y algunos es “enseñar la masturbación”, en realidad es el conocimiento del propio cuerpo, como un territorio que debe ser respetado y no puede ser avasallado por nadie. Con estas nociones brindamos herramientas para la prevención del abuso sexual infantil.
Cuando se habla de “adoctrinar” con la diversidad sexual, o la supuesta “ideología de género”, en realidad hablamos de visibilizar todas las formas de familia, las diversas expresiones que asume la sexualidad, las desigualdades estructurales entre mujeres y varones, y el respeto a la diversidad humana en el amplio abanico que se presenta en la vida cotidiana, invitando a la no discriminación y a la inclusión efectiva, reconociéndonos diferentes y reconociendo el aporte que eso supone para la construcción de una sociedad plural y democrática.
Cuando la ESI aborda la libertad, la autonomía y el cuidado, está promoviendo relaciones libres de violencia física y sexual, vínculos sexuales o afectivos en los cuales lo que prime sea el consentimiento y el disfrute mutuo. Poder decidir cuándo, con quién y en qué forma iniciarse sexualmente, también es un derecho que debe ser preservado.
Incluso cuando esa decisión esté basada en preceptos morales y valores familiares, que tal vez desentonen de los mayoritarios, reivindicar el derecho a decidir es central. De algún modo, contrario a lo que la mayoría de las personas piensan, la ESI viene a reivindicar el “derecho a llegar virgen al matrimonio”.
En síntesis, ¿De qué hablamos cuando hablamos de ESI? Hablamos de libertad, autonomía, placer, derechos, respeto, inclusión y el derecho a vivir niñeces felices y libres de violencias y discriminación.
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